17 nov 2013

No todo es malo

Desde hace un tiempo, parece que la norma general es que ya no se estrena nada medio decente, nada que merezca la pena. Todos los estrenos son malos y lloramos y lloramos porque la época dorada de la televisión ya ha terminado y nunca jamás volverá a haber nada medio decente. O eso dicen. Porque con tiempo ya de sobra para valorar los estrenos de esta temporada, tengo que decir que yo estoy relativamente contenta, y que de hecho se han estrenado varias series con las que me lo paso estupendamente bien, y que hacen que semana a semana esté deseando ver un nuevo capítulo. Y al fin y al cabo de eso es de lo que se trata, que si no vemos las series que vemos para entretenernos, igual es que algo estamos haciendo mal. Y como creo que todas ellas se lo merecen de sobra, no es un mal momento para empezar a recomendarlas.

De mi pequeña selección, la que no se aleja nada de nada de la opinión popular es la primera de ellas: Masters of Sex. La mayoría ya íbamos de entrada esperando algo relativamente bueno de la nueva serie de Showtime, y creo que a ninguno nos ha decepcionado. Por el momento ha conseguido alejarse de los mayores errores de las series de la cadena (y no tengo ninguna razón para pensar que vaya a dejar de hacerlo) y de hecho va camino de conseguir una primera temporada prácticamente perfecta. Sus episodios te atrapan, consigue que empatices con sus personajes (con absolutamente todos, por cierto) y en general los episodios están bien hechos, algo que siempre se agradece. Pero no es la única con la que me quedo, ni la única con la que vivo tremendamente todos y cada uno de los episodios. Igual alguno me pierde el poco respeto que me puede tener a estas alturas, pero tengo que decir que estoy encantadísima con Reign. El culebrón tan atípico de la CW es exactamente eso, un culebrón, pero entretenidísimo y, sobre todo, divertido. Porque ellos mismos son perfectamente conscientes de qué tipo de serie quieren hacer y saben aprovecharlo al máximo. El rigor histórico aquí es lo de menos (ellos mismos dejan muy claro que no es su culpa que los libros de historia se dediquen a ignorar las partes divertidas), y una vez tenemos eso claro, nos lo pasamos estupendamente con los enredos, las diademas, los vestidos, el mamarrachismo general y el estado emo constante de Nostradamus. Y así ocurre que esta se convierte en una de esas series que, en cuanto veo el episodio, siempre tengo ganas de comentar con alguien. Que bailan un tango portugués, leches. Si eso no os convence para verla, no sé qué puede hacerlo.

De todos modos, y a pesar de lo que digan, donde no está siendo nada mala la nueva temporada es en las comedias (he decidido no contar Reign entre ellas porque dura cuarenta minutos, no por otra cosa), donde hay tres que una vez van encontrando su sitio, van ganando y ganando e incluso casi que podríamos considerarlas buenas y todo. La primera de ellas es Brooklyn Nine-Nine, que también es cierto que la mayoría esperábamos con ganas, especialmente los fans de Parks y The Office. Claro que, como nos gusta quejarnos de todo, no faltan quienes dicen que está bastante por debajo de estas... a lo que yo respondo que por favor la pongan al lado de la primera temporada de ambas y a ver quién gana. Porque sí, aún no ha alcanzado todo su potencial, pero cada episodio va convenciendo más y más. Otra que merece bastante la pena es una que de entrada pasaba bastante más desapercibida (y que lo sigue haciendo): Trophy Wife, que para mí tiene un aire un poco a la intención de Modern Family, pero de un modo que al menos a mí me resulta menos chirriante y forzado, de manera que incluso puedo disfrutar con sus episodios. Y la tercera es The Crazy Ones, de la que hay que decir que no hay que dejarse guiar por el piloto. Y es que el piloto, sin ser lo peor del universo (los he visto peores, la verdad), sí que era más bien una especie de anuncio de McDonald's relativamente triste, y que realmente poco tiene que ver con lo que hace que la serie sea cada vez más divertida. Porque lo es. No solo consigue chistes que funcionan en todos los episodios, sino que James Wolk y Hamish Linklater (universalmente conocidos como Bob Benson y Jerry Dantana) están especialmente geniales. Tanto que la serie ha acabado convirtiéndose en una de mis favoritas en emisión (ni me avergüenza decirlo) sin ser especialmente fan de Robin Williams y reconociendo las limitaciones de Sarah Michelle Gellar.
Que destaque esas tres, de todos modos, no quiere decir que no salve alguna más. Por ejemplo, The Michael J Fox Show se queda a las puertas de entrar en el top porque me chirría un poco la moraleja al final de todos los episodios, pero también tiene mucho potencial y muchos buenos momentos (me quedo especialmente con el hijo mayor y el pequeño). Y no me da vergüenza reconocer que me divierto bastante con el estilo noventero de Sean Saves the World y la química tan maravillosa que tienen Sean Hayes y Megan Hilty.

Así que haciendo balance, no creo que debamos decir que sea tan mal año. O al menos no para mí. Igual es que me conformo con poco. O igual es que lo principal que le pido a las series es que sean capaces de entretenerme.

¡Saludos!

PD: Vivo convencida de que Ryan Murphy se siente mal porque esta temporada de AHS no está siendo especialmente perturbadora y lo soluciona multiplicando por varios millones el factor creepy en Glee. Nada más hay que ver el episodio de esta semana.

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