9 sept 2007

Letras cruzadas III: Eli

Bien que sigue siendo septiembre. Bien que ayer dije que septiembre me deprime y me deja sin ganas de hacer nada. Sí, todo eso sigue siendo verdad. Pero también es verdad que ayer me dio por escribir un nuevo relatillo. Aquí lo dejo.

Cuando Eli abrió los ojos, la luz de la mañana comenzaba a iluminar el hueco vacío a su lado. En otro momento se habría preocupado, sintiendo que todas las alarmas se disparaban en su interior. Nunca había entendido por qué Andrew se empeñaba en permanecer a su lado cuando lo único que veía en sus ojos era su propio reflejo. Pero esta vez lo prefirió así. Ya se preocuparía de ello más tarde, si es que de verdad había decidido dejarla atrás y no se trataba de otro de sus caprichosos vagabundeos.

Así todo resultaría más fácil. No soportaba sentir la culpa agolpándose en su garganta mientras fingía una sonrisa. Y eso era precisamente lo que habría tenido que hacer si lo hubiese encontrado junto a ella al amanecer.

Lo había estado engañando durante todo aquel tiempo, diciéndole que aquello había quedado atrás. Pero no podía engañarse a sí misma, especialmente cuando no podía abandonar su cuerpo a voluntad. No, no estaba orgullosa de la parte de sí misma que trataba de ocultar entre las sombras de la amabilidad. No era tan fácil olvidar quién era.

Se vistió rápidamente, sin prestar atención a lo que hacía. No tenía ganas de fingir en ese momento. Estaba cansada.

De la misma forma recorrió las tres calles que separaban la pequeña habitación del lugar de sombras donde todo había comenzado; donde todo acabaría algún día. Estaba segura de que no seguiría siendo la serpiente escondida durante mucho tiempo. No, no quería seguir siendo dos personas a la vez.

Al llegar a la esquina se paró de golpe. Estaba segura de que era allí. Siempre era allí. Tal vez no fuese el mismo lugar, pero sin embargo, todo era idéntico. Era un lugar en ninguna parte; un sitio gris, sin luces, solo sombras. No había nada, nada a lo que el pobre desgraciado pudiese aferrarse antes de alejarse en silencio de las horas.

Esperó en silencio, viendo cómo pasaban lentamente los minutos vacíos. Era un tiempo pesado, cargante. Se sentía incómoda, aplastada por aquel momento. Tampoco ella encontraba algo a lo que aferrarse en aquel lugar sin nombre. Y aquello la aterraba.

Pero finalmente llegó. Lo lanzaron sin miramientos desde la puerta entreabierta de un coche, aturdido, totalmente perdido. Era aquella una figura sin rostro, sin un rasgo que lo hiciese diferente a los demás. Vacío. No importaba. Nunca lo hacía.

Sabía lo que debía hacer, pues al menos en eso se había convertido en experta. Un corte limpio, eso era todo. No era necesario pensar. No era necesario sentir. Un simple movimiento. Así todo acabaría en aquel lugar en medio del vacío. Nadie se preocuparía por buscar allí. Nadie lo hacía nunca.

Lo sujetó contra una caja de metal y se dispuso a acabar, a volver al calor de la pequeña habitación. Sintió el frío del acero al rozar sus dedos en un tonto descuido. Frío. Un solo movimiento, eso era todo. No era diferente a lo de siempre. Un corte y se acabó. Olvidaría a aquel hombre que nunca existió. Pero el silencio la atormentaba. Este no gritaba, un lloraba. No peguntaba. Sabía por qué estaba allí. Se lo decía el silencio vacío de sus ojos opacos. Estaban fijos en ella, sin atravesarla, sin mostrarle una salida a oscuros secretos. Aquella mirada la aprisionaba, la empujaba con fuerza hacia ella misma. La atrapaba contra su reflejo.

Y es que en aquellos ojos solo se veía a sí misma. Solo veía el miedo, la inseguridad. Solo veía aquello que nunca le mostraban los espejos. Y supo que aquello era lo que Andrew veía al mirarla, y entendió por qué no se había apartado de su lado; por qué nunca lo haría. No podía, eso era todo. Lo atrapaba su reflejo. Y al comprenderlo, gritó.


¡Saludos!

3 comentarios:

Joyce dijo...

Veo que soy la primera en comentar... También el azar me trajo hasta aquí. Un azar amigo, supongo, del que te llevó ayer a mi blog. (Ya ves que leí tu comentario). Solo decirte que... me encanta ese toque "friki" que le dasa esto: lo hace especial.

P.D.: Cualquiera puede ser freak, aunque no le guste el manga. Confieso. ¡No! No sólo confieso: además me siento orgullosa.

¡Ahí queda eso! Odio las despedidas y espero que Las Letras Cruzadas continúen.

Anónimo dijo...

Deberías ecribir cosas mas largas la verdad es que lo haces bien.

Saludos desde Ultimo Hogar

BabyCatFace dijo...

Gracias por vuestros comentarios ^o^.

El estilo del blog es un poco mi estilo, algo (bastante) raro :P. Pero a mí me gusta.

Y en cuanto a escribir cosas más largas... lo he intentado, pero me resulta muy difícil. Cuando escribo tiendo a "condensar las cosas", y por eso acabo siempre en un punto en el que ya no puedo seguir ^^.

¡Saludos!